El acúfeno es una patología que afecta al 10-15% de la población: alrededor de 20 millones de personas sufren de acúfeno crónico, que afecta a sus vidas, mientras que 2 millones de personas tienen síntomas. La causa desencadenante del acúfeno puede depender de varios factores, por nombrar solo algunos, como el nivel de estrés, el bienestar emocional, los problemas de la columna cervical y los trastornos temporomandibulares.
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El acúfeno afecta a alrededor del 10-15 % de la población.
El acúfeno es un trastorno auditivo que se manifiesta con una sensación acústica (en algunos casos particularmente molesta) que se nota en forma de silbidos, zumbidos, susurros, pitidos y otros sonidos que no han sido generados por ninguna fuente externa. Estas sensaciones se pueden percibir en un oído, en ambos o pueden localizarse genéricamente en el centro de la cabeza.
En medicina, el acúfeno se trata en dos categorías (acúfeno compensado y acúfeno descompensado) y en cuatro grados diferentes de gravedad. En cuanto a la primera distinción:
Por lo que se refiere a la gravedad, los expertos suelen dividir el acúfeno en cuatro grados que identifican el grado de sufrimiento de los enfermos de acúfeno:
Además, debe recordarse que, en función de la duración de los silbidos y zumbidos, es posible distinguir tres formas de acúfeno:
El acúfeno es un trastorno que puede ser extremadamente incapacitante. Los audífonos con enmascaradores del sonido pueden ayudarte a gestionarlo. Averigua cómo: concierta una consulta de forma gratuita y sin compromiso.
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Los enmascaradores del sonido pueden emitir un ruido blanco, rosa o marrón continuo a bajo volumen u otras formas de sonido capaces de mitigar el zumbido del acúfeno, haciéndolo más tolerable y consiguiendo que la persona que lo sufre se olvide de él.
El principal síntoma con el que puede presentarse el acúfeno es la sensación de un pitido en uno o ambos oídos. La percepción de este ruido puede aumentar o disminuir dependiendo del ruido del entorno que tenemos alrededor lo que resulta en un “efecto de enmascaramiento”; por eso, la persona puede sufrir de acúfeno ligero en los lugares más ruidosos (por ejemplo, centros comerciales, calles concurridas) o más intenso en los lugares más tranquilos (por ejemplo, durante la noche, a la hora de dormir).
Cabe señalar que el acúfeno se produce está relacionado con el envejecimiento: aproximadamente 1 de cada 3 casos de acúfeno se registra en pacientes entre 60 y 69 años. Esto no es sorprendente, ya que el catalizador principal para el acúfeno es la pérdida auditiva que, a su vez, se incrementa después de los 60 años de edad.
El acúfeno se puede vincular con algunos síntomas asociados, como:
Desde un punto de vista clínico, el acúfeno a menudo se clasifica en dos tipos diferentes: acúfeno subjetivo y acúfeno objetivo.
El acúfeno subjetivo está mucho más extendido y se caracteriza por la percepción de sonido molesto solo por el individuo. Se asocia típicamente a la pérdida auditiva (neurosensorial o transmisiva) y resulta de un desorden o de una alteración del sistema auditivo.
El acúfeno somático (también llamado acúfeno somatosensorial) es un subtipo de acúfeno subjetivo en el que la frecuencia o intensidad del ruido cambia dependiendo de los movimientos corporales que se realizan, como apretar la mandíbula (bruxismo), poner los ojos en blanco o aplicar presión sobre la cabeza y el cuello.
El tinnitus pulsátil es una variante menos conocida del tinnitus, que se caracteriza por la percepción de un sonido constante que sigue el ritmo de los latidos del corazón. A diferencia del tinnitus común, que puede manifestarse como un zumbido o pitido en los oídos, el tinnitus pulsátil presenta un patrón de sonido más parecido a golpes o silbidos, siempre en sincronía con los latidos cardíacos. Aunque solo el paciente puede escuchar este sonido, es crucial entender que el tinnitus pulsátil no es un problema patológico en sí mismo, sino un síntoma de posibles condiciones subyacentes que requieren atención médica.
El 40 % de las personas diagnosticadas con acúfeno son incapaces de identificar las posibles causas o el origen de estos síntomas. En este respecto, hay que recordar que esta patología puede estar asociada (en el 75 % de los casos) con estrés emocional como efecto desencadenante, en lugar de con problemas del oído interno. Además, el acúfeno puede ser un síntoma de varias enfermedades, como la pérdida auditiva, la otosclerosis o el neurinoma del acústico. Las causas del acúfeno se pueden agrupar en cuatro tipos: otológicas (relacionadas con el oído), neurológicas, infecciosas y relacionadas con los fármacos. A continuación, se presentan todas las características.
Entre las causas del acúfeno se encuentran algunas patologías del oído, llamadas causas otológicas, como:
Barotraumatismo auricular (daño tisular debido a cambios de presión) común en buzos y personas que toman el avión con frecuencia
El acúfeno también puede tener causas neurológicas. Las siguientes son las más relevantes:
Además de las enfermedades relacionadas con el oído y las causas neurológicas, el acúfeno puede deberse a factores de naturaleza infecciosa, como:
Los fármacos ototóxicos se encuentran entre los elementos que pueden causar acúfeno como efecto secundario. Hay que tener en cuenta que más de 200 medicamentos (tanto con receta como sin receta) que se utilizan para tratar el dolor, las infecciones graves, el cáncer, y las enfermedades cardíacas y renales se han relacionado con la pérdida de audición y el acúfeno (temporal o permanente).
Los medicamentos más comúnmente asociados con efectos ototóxicos son:
La exposición prolongada al ruido puede causar pequeños cambios temporales en las células ciliadas externas del oído, desencadenando fenómenos de acúfeno y aumentando el procesamiento del sonido por parte del sistema auditivo central.
La exposición ocasional a ruidos fuertes (por ejemplo, un concierto) puede causar un acúfeno temporal que generalmente se resuelve en las 16-48 horas siguientes, después de un período llamado reposo acústico. De hecho, el acúfeno parece ser el síntoma más común de la pérdida auditiva inducida por el ruido (NIHL) entre los músicos: un estudio alemán desveló que los músicos profesionales tienen un 57 % más de probabilidades de desarrollar acúfenos que cualquier otra profesión. A modo de ejemplo, vale la pena mencionar a algunas estrellas de la música pop y rock que sufren o han sufrido de acúfenos: Eric Clapton, Anthony Kiedis, Chris Martin, Moby, Ozzy Osbourne, Trent Reznor, Barbra Streisand, Pete Townshend (que más tarde quedó completamente sordo en un oído) y Neil Young.
Barbra Streisand dijo a la Hearing Health Foundation (fundación para la salud auditiva): “Cuando asistí a la prueba de audición, tenía una audición supersónica. Tengo una capacidad auditiva por encima de la media. Es molesto, porque me gustaría mucho escuchar el silencio. Esta es una de las razones por las que siempre me sentí diferente cuando era niña. Estaba en sexto de primaria cuando empecé a escuchar estos ruidos extraños y me ponía bufandas alrededor de la cabeza para tratar de bloquearlos”.
El diagnóstico de acúfeno se proporciona después de un examen objetivo de los oídos, un examen neurológico básico y una verificación de los síntomas, junto con la recopilación de la historia clínica del paciente. Entre las preguntas que se pueden hacer están las relacionadas con las consecuencias del acúfeno (“¿el acúfeno es lo suficientemente molesto como para causarle ansiedad?”) y qué fármacos se tomaron. Veamos a continuación cómo se produce el diagnóstico de acúfeno:
Aunque por el momento no existe una cura definitiva para el acúfeno, es recomendable saber que existen varios tratamientos efectivos que pueden ayudar, sobre todo cuando este trastorno es grave o crónico.
Los principales tratamientos, que se centran en la reducción de la intensidad de los sonidos percibidos y en la omnipresencia y la gravedad del acúfeno, son:
La terapia de reprogramación del acúfeno es el método de tratamiento que permitió a William Shatner reanudar un estilo de vida activo. El objetivo principal de la TRT es modificar las reacciones del paciente a los sonidos causados por el acúfeno. Este resultado se consigue a través de técnicas didácticas y de asistencia psicológica, ambas dirigidas a reclasificar las señales del acúfeno en estímulos neutros y, a través de una terapia de sonido que reduce las molestias del acúfeno, a enmascararlo con sonidos de fondo. Se usa un dispositivo, como un audífono, que genera ruido de 8 a 10 horas al día durante un máximo de dos años, lo que ayuda a reprogramar el cerebro. Aunque este método puede aliviar los efectos del acúfeno, no funciona para todas las personas, y para ser eficaz requiere dedicación y mucho esfuerzo.
Estudios en animales han demostrado que las células nerviosas específicas del cerebro (conocidas como células fusiformes) son capaces de reenviar sonidos imaginarios al resto del cerebro. Además, se probó un dispositivo de estimulación doméstico con electrodos y auriculares en 20 pacientes humanos, que lo utilizaron durante 30 minutos al día durante cuatro semanas. El estudio demostró que la actividad de las células fusiformes se puede “entrenar” utilizando una combinación de sonidos y una ligera estimulación eléctrica de la piel.
Aunque el volumen de acúfeno volvió a los niveles iniciales después de una semana, la mejora en la calidad de vida duró varias semanas. Parece, de hecho, que las personas con acúfeno somático y la capacidad asociada de modificar temporalmente los síntomas apretando las mandíbulas, sacando la lengua o girando o flexionando el cuello han sido los más beneficiados por esta combinación de estímulos sonoros y eléctricos.
Si sufres de acúfeno, es importante que te pongas en contacto con un especialista experimentado que, tras realizar historia clínica precisa, será capaz de comprobar si hay alguna enfermedad relacionada y la posible superposición con la pérdida auditiva. Entre las posibles soluciones terapéuticas se encuentran los audífonos equipados con enmascaradores de acúfenos. Estos dispositivos producen terapias de sonido que pueden enmascarar el acúfeno en sí, especialmente cuando se está en ambientes tranquilos.
Los enmascaradores del sonido pueden emitir un ruido blanco continuo a bajo volumen u otras formas de sonido capaces de mitigar el zumbido del acúfeno, haciéndolo más tolerable y consiguiendo que la persona que lo sufre se olvide de él.
La prevención puede ser particularmente eficaz contra el acúfeno. De hecho, es importante reducir significativamente el riesgo de acúfeno mediante algunas medidas preventivas, como las siguientes: