Misofonía: Intolerancia o sensibilidad a los ruidos

Personas mayores sentadas en un banco afuera

La misofonía es una condición neuropsicológica que se caracteriza por una reacción emocional intensa y negativa ante ciertos sonidos cotidianos, como masticar, respirar o golpear un objeto. No es un problema auditivo, sino una alteración en la forma en que el cerebro procesa estos estímulos sonoros, percibiéndolos como intolerables.

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¿Qué es la misofonía? El significado

La misofonía es una condición neuropsicológica en la que ciertos sonidos específicos provocan reacciones emocionales intensas, como irritación, ansiedad o enojo. No se trata de un problema auditivo, sino de una sensibilidad anormal del cerebro hacia ciertos estímulos sonoros, como masticar, respirar o teclear.

¿La misofonía es una fobia a los ruidos​?

La misofonía no es exactamente una fobia a los ruidos, aunque comparten algunas características similares. En la misofonía, la persona experimenta una reacción emocional intensa (como irritación, ansiedad o ira) ante sonidos específicos, pero no se trata de un miedo irracional a los ruidos en general, como ocurre en las fobias.

Por otro lado, una fobia a los ruidos (como la fonofobia) implica un miedo irracional y persistente a los sonidos en general, sin importar si son molestos o no. En la misofonía, la respuesta emocional está más relacionada con la intolerancia o la aversión a ciertos sonidos específicos, no con un miedo generalizado.

En resumen, mientras que la misofonía involucra una reacción emocional a ciertos ruidos, la fobia a los ruidos implica un miedo generalizado hacia los sonidos.

La misofonía en el ámbito de la biodescodificación

Desde la perspectiva de la biodescodificación, la misofonía se interpreta como una respuesta emocional asociada a un conflicto interno no resuelto, generalmente relacionado con el rechazo o la intolerancia hacia una situación, persona o aspecto de la vida.

Los sonidos que desencadenan reacciones negativas, como masticar o respirar, podrían simbolizar algo más profundo que genera incomodidad o tensión emocional en la persona. Este enfoque sugiere que la misofonía refleja una sensibilidad emocional exacerbada hacia estímulos externos, vinculada a experiencias del pasado o conflictos familiares. El tratamiento en biodescodificación busca identificar y liberar ese conflicto emocional subyacente para reducir la respuesta negativa hacia los sonidos y promover un mayor equilibrio emocional.

¿La misofonía es una enfermedad?

La misofonía no se considera una enfermedad en el sentido tradicional, sino un trastorno psicológico o una condición emocional que afecta la forma en que una persona reacciona ante ciertos sonidos. Es un trastorno que se caracteriza por una reacción emocional intensa, como irritación, ansiedad o enojo, cuando la persona escucha ruidos específicos, como masticar, respirar o teclear. Aunque no está catalogada como una enfermedad en los manuales de diagnóstico se reconoce como una condición que puede afectar la calidad de vida de quienes la padecen. La misofonía puede tratarse a través de terapia psicológica, pero no se considera una enfermedad médica.
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¿Cómo se cura la misofonía? Los tratamientos

La misofonía no tiene una cura definitiva, pero existen varios tratamientos y estrategias que pueden ayudar a manejarla y reducir su impacto en la vida diaria. Entre los principales tratamientos se encuentran:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): Ayuda a cambiar la forma en que se perciben y gestionan los sonidos desencadenantes, trabajando en las reacciones emocionales asociadas;
  • Terapia de reentrenamiento del tinnitus (TRT): Utiliza sonidos de fondo o generadores de ruido blanco para "desensibilizar" al cerebro frente a los estímulos sonoros molestos;
  • Terapia de exposición gradual: Consiste en exponerse de manera controlada y progresiva a los sonidos desencadenantes para reducir la respuesta emocional;
  • Técnicas de manejo del estrés y la ansiedad: Prácticas como la meditación, el mindfulness y la respiración profunda ayudan a controlar las emociones y reducir la irritabilidad frente a los sonidos;
  • Uso de dispositivos de sonido: Auriculares con cancelación de ruido o generadores de ruido blanco pueden ser útiles para bloquear o minimizar los sonidos molestos;
  • Apoyo psicológico: Trabajar con un psicólogo o terapeuta especializado puede ayudar a manejar el impacto emocional y social de la misofonía.

Tapones para la misofonía​

Los tapones para la misofonía son una herramienta útil para reducir el impacto de los sonidos desencadenantes. Estos tapones no eliminan el sonido por completo, sino que lo filtran o atenúan, permitiendo que las personas estén conscientes del entorno sin sentirse abrumadas.

Tipos de tapones recomendados:

  • Tapones con filtro acústico: Diseñados para reducir ciertas frecuencias sonoras sin bloquear todo el sonido. Ideales para quienes desean un equilibrio entre aislamiento y percepción ambiental;
  • Tapones de espuma: Ayudan a disminuir el volumen general del sonido, pero pueden ser menos cómodos para un uso prolongado;
  • Tapones electrónicos: Más avanzados, permiten ajustar la reducción de ruido según las necesidades y filtrar sonidos específicos;
  • Auriculares con cancelación de ruido: Aunque no son tapones, son una alternativa popular para bloquear los sonidos molestos de manera activa.

Misofonía: tratamiento psicológico

El tratamiento psicológico para la misofonía se centra en ayudar a la persona a manejar las reacciones emocionales intensas hacia ciertos sonidos que provocan irritación, ansiedad o enojo. Una de las terapias más efectivas es la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a cambiar la forma en que la persona percibe y reacciona a esos sonidos, modificando pensamientos y emociones negativas.

Otra opción es la terapia de exposición gradual, que consiste en exponerse de forma controlada y progresiva a los sonidos molestos para reducir la reactividad emocional. Además, técnicas de mindfulness y relajación son útiles para disminuir el estrés y promover una respuesta más tranquila frente a los estímulos sonoros. En algunos casos, también se puede recurrir a la terapia de reentrenamiento del tinnitus (TRT), que utiliza sonidos suaves para reprogramar la respuesta cerebral a los ruidos molestos.

¿Cómo controlar la misofonía?

Para controlar la misofonía, es útil combinar diversas estrategias. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a cambiar las reacciones emocionales a los sonidos molestos, mientras que la exposición gradual y las técnicas de relajación pueden reducir la ansiedad.

Además, usar sonido blanco o auriculares con cancelación de ruido puede aliviar la incomodidad. En algunos casos, los medicamentos pueden ser necesarios, pero siempre bajo supervisión médica. La clave es buscar apoyo profesional para desarrollar un plan adecuado.

Misofonia y altas capacidades​: sensibilidad sensorial

Una mujer durante una visita

La misofonía y las altas capacidades pueden estar relacionadas debido a la mayor sensibilidad sensorial que caracteriza a las personas con un alto nivel de inteligencia. Las personas con altas capacidades a menudo tienen un sistema nervioso más receptivo, lo que puede hacer que sean más susceptibles a ciertos estímulos, como los sonidos.

Esta sensibilidad aumentada puede llevar a una mayor reactividad emocional ante ruidos comunes, desencadenando la misofonía. En estos casos, el cerebro no solo procesa la información de forma más intensa, sino que también interpreta los sonidos como más molestos o irritantes, lo que provoca una respuesta emocional desproporcionada. La conexión entre misofonía e inteligencia destaca la necesidad de enfoques específicos para manejar la condición, considerando tanto la sensibilidad sensorial como las características cognitivas de cada individuo.

Las causas de la misofonía​

Las causas de la misofonía no se conocen completamente, pero se cree que son una combinación de factores neurológicos, psicológicos y ambientales. A continuación, algunas de las principales causas identificadas:

  • Factores neurológicos: Se ha sugerido que la misofonía puede estar relacionada con una alteración en la forma en que el cerebro procesa los sonidos. En personas con misofonía, las áreas del cerebro que regulan la emoción y la audición pueden estar hiperactivas o mal conectadas, lo que provoca una respuesta emocional intensa ante ciertos sonidos;
  • Desarrollo de la personalidad y la infancia: Experiencias emocionales negativas o traumáticas en la infancia, como conflictos familiares o situaciones de estrés, pueden influir en el desarrollo de la misofonía. La forma en que una persona aprende a manejar las emociones podría estar relacionada con su sensibilidad a los sonidos;
  • Predisposición genética: Algunas investigaciones sugieren que puede haber una predisposición genética a desarrollar misofonía. Si un miembro de la familia tiene la condición, es más probable que otros miembros también la experimenten;
  • Condiciones psicológicas: La misofonía a menudo se asocia con trastornos psicológicos como la ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Estos trastornos pueden aumentar la sensibilidad a los sonidos y contribuir a la aparición de la misofonía;
  • Condiciones auditivas: En algunos casos, las personas que experimentan tinnitus o hipersensibilidad auditiva pueden desarrollar misofonía como una respuesta a la incomodidad que sienten frente a ciertos ruidos.

Misofonía y síndrome de Asperger

La misofonía y el síndrome de Asperger están relacionados debido a la hipersensibilidad sensorial común en ambas condiciones. Las personas con Asperger pueden tener una mayor sensibilidad a los sonidos, lo que les lleva a reaccionar de manera intensa ante ruidos específicos, como masticar o respirar.

Esta hipersensibilidad puede desencadenar emociones fuertes como ansiedad o irritación, contribuyendo al desarrollo de la misofonía. La conexión entre ambas condiciones subraya la necesidad de enfoques terapéuticos adaptados que ayuden a regular las emociones y mejorar la tolerancia a los estímulos sonoros.

Misofonía y ansiedad​: intolerancia al ruido

La misofonía y la ansiedad están estrechamente relacionadas, ya que la intolerancia al ruido puede desencadenar o agravar los síntomas de ansiedad. Las personas con misofonía experimentan una respuesta emocional intensa ante ciertos sonidos, lo que genera estrés y malestar. Esta reacción no solo se limita a la irritación, sino que puede provocar ataques de pánico, tensión emocional y un sentimiento de incomodidad constante.

La ansiedad, en este contexto, refuerza la intolerancia al ruido, creando un ciclo donde los sonidos molestos aumentan la preocupación y la angustia, y la ansiedad hace que la persona sea más sensible a los estímulos sonoros. Para abordar este vínculo, es fundamental un enfoque terapéutico que combine el manejo de la misofonía con estrategias de reducción de la ansiedad, como la terapia cognitivo-conductual y técnicas de relajación.

¿Cuáles pueden ser los sonidos molestos?

Dolor de oído después de un concierto

Los sonidos que desencadenan la misofonía varían según la persona, pero algunos de los más comunes incluyen:

  • Sonidos bucales: Masticar, sorber, tragar, chasquear la lengua, morderse las uñas o hacer sonidos con los labios;
  • Respiración y tos: Respiración fuerte, sibilante, suspiros, tos repetitiva o estornudos;
  • Sonidos repetitivos: Clics de bolígrafos, tecleo de teclados, golpeteo de dedos, tic-tac de relojes o clics de ratón;
  • Sonidos nasales: Sonarse la nariz, olfatear, sorberse los mocos o resoplar;
  • Sonidos de animales: Ladridos, maullidos, cantos de pájaros o ruidos de animales masticando;
  • Electrodomésticos y tecnología: Zumbido de refrigeradores, vibración de teléfonos, notificaciones de mensajes o alarmas;
  • Voces humanas: Susurros, risas, ciertos tonos de voz o acentos específicos.

¿Cómo se diagnostica la misofonía? El test

Mujer mayor sonriendo mientras sostiene una tableta

El diagnóstico de la misofonía generalmente se realiza a través de una evaluación clínica que incluye la revisión de los síntomas y la historia médica del paciente. No existe un test específico y universalmente aceptado para diagnosticar la misofonía, pero el proceso típicamente involucra los siguientes pasos:

  • Entrevista clínica: El profesional de la salud realiza una entrevista detallada para comprender los síntomas del paciente, los sonidos específicos que causan malestar y la intensidad de la reacción emocional frente a esos sonidos;
  • Cuestionarios o escalas de evaluación: Se pueden utilizar herramientas como el Cuestionario de Misofonía o escalas similares, que permiten evaluar la gravedad de los síntomas y la frecuencia de la exposición a los sonidos molestos;
  • Evaluación psicológica: Para descartar posibles trastornos emocionales o psicológicos subyacentes, como la ansiedad o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el psicólogo o psiquiatra puede realizar una evaluación adicional;
  • Examen auditivo: Aunque la misofonía no es un trastorno auditivo, se puede realizar un examen auditivo para descartar problemas como el tinnitus o la hipersensibilidad auditiva.

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Diferencia entre mísofonia e hiperacusia

La misofonía y la hiperacusia son trastornos relacionados con la audición, pero tienen diferencias clave:

  1. Misofonía: Se refiere a la intolerancia o reacción emocional intensa hacia ciertos sonidos específicos, como masticar, respirar o teclear. Las personas con misofonía experimentan irritación, ansiedad o ira ante estos sonidos, lo que provoca una respuesta emocional desproporcionada. Es más un trastorno relacionado con las emociones y la percepción de los sonidos, no con la intensidad del sonido en sí;
  2. Hiperacusia: Es una hipersensibilidad generalizada al volumen de los sonidos. Las personas con hiperacusia perciben los sonidos normales como desagradablemente fuertes o dolorosos. A diferencia de la misofonía, la hiperacusia no está vinculada a sonidos específicos, sino a una sensibilidad aumentada a cualquier sonido. Este trastorno está más relacionado con la percepción del volumen de los estímulos auditivos.

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Los grados de misofonía

Los grados de misofonía varían según la intensidad de las reacciones emocionales y el impacto que los sonidos molestos tienen en la vida de la persona. Aunque no existe una clasificación universalmente aceptada, se pueden identificar tres niveles de severidad:

  • Grado leve: En este nivel, los sonidos molestos pueden generar irritación o incomodidad, pero la persona puede manejarlos sin demasiada dificultad. Aunque la reacción emocional existe, no interfiere gravemente con las actividades diarias;
  • Grado moderado: Las reacciones emocionales son más intensas y pueden incluir ansiedad o frustración. Los sonidos molestos afectan las interacciones sociales y laborales, pero la persona aún puede llevar a cabo la mayoría de las actividades cotidianas, aunque con esfuerzo;
  • Grado severo: En este grado, las reacciones emocionales pueden ser tan intensas que causan ira, pánico o aislamiento social. Los sonidos molestos interfieren significativamente con la vida diaria, afectando el bienestar emocional y social de la persona. En algunos casos, puede ser necesario un tratamiento especializado.
Pareja mayor que usa una tableta y sonríe
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¿Cómo saber si tengo misofonía? Los síntomas

Para saber si tienes misofonía, es importante identificar los síntomas comunes de esta condición. A continuación, los signos más frecuentes:

Reacciones emocionales intensas

Experimentar ira, ansiedad, incomodidad o frustración cuando escuchas ciertos sonidos, como masticar, respirar, o teclear. Estas reacciones suelen ser desproporcionadas en comparación con la situación.

Evitar situaciones con sonidos molestos

Evitar ciertos entornos o actividades debido a los ruidos que te resultan molestos, como comer con otras personas o asistir a eventos ruidosos.

Sensación de incomodidad constante

Sentir un malestar emocional frecuente o permanente al estar expuesto a ciertos sonidos, incluso si no son especialmente fuertes.

Interferencia en la vida diaria

Los sonidos molestos pueden afectar tu rendimiento social, laboral o familiar, creando tensiones en las relaciones interpersonales.

Somatización

Algunas personas pueden experimentar síntomas físicos como tensión muscular, dolores de cabeza o latidos cardíacos acelerados cuando escuchan sonidos molestos.

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